Portugal y España – Misión cumplida

Pues sí, esto se acabó. Os escribo cómodamente desde el sofá de casa, tres días después de nuestra llegada a Madrid. Se termino el tener que pensar cada día dónde ir y dónde dormir, y habrá que adaptarse de nuevo a la «vida real».

Nuestra última ruta dio comienzo hace unas dos semanas en Lisboa. Allí también nos despedimos de nuestras visitas a colegios por el mundo. Estuvimos en dos escuelas muy diferentes: La primera de gran prestigio y con más de cien años de antigüedad, y la segunda humilde y situada en uno de los barrios pobres y conflictivos de Lisboa. En ambas pudimos conectarnos con los alumnos del Zola de 6º, que disfrutaron por última vez de esa ventana al mundo que ha querido ser Zola World durante estos diez meses.

El recorrido por nuestro país vecino tuvo alguna etapa dura, pero llevadera. La mayor parte la realizamos en las cercanías del río Tajo, que ofreció bellos panoramas tras alguna que otra subida de aúpa.

Tras seis días disfrutando por carreteras muy poco transitadas y sobre todo, de una comida más casera durante nuestras paradas, entramos en España, eso sí, por la puerta pequeña, pues la frontera ni siquiera tenía un cartel que lo anunciara. Tan sólo un modesto río separaba ambos países.

¡Llegada a España!

Otros seis días estuvimos pedaleando por las provincias de Cáceres, Toledo y finalmente Madrid. Pasamos por muchos pueblos que no conocíamos, y en numerosas ocasiones fuimos confundidos por peregrinos de camino a Santiago. «Si vais a Santiago… ¡vais al revés!», exclamó un hombre mientras atravesábamos el pueblo de Navalmoral de la Mata en sentido a Madrid.

Y después de seis días más, llegó el momento de afrontar la última etapa, la que nos llevaría hasta el Colegio Zola y posteriormente hasta casa. Aquella última mañana partimos de Brunete. Se sentían los nervios, las ganas de llegar ya, pero también el vértigo de dejar algo que formaba parte de nosotros. La etapa no estuvo exenta de dificultades, pues hubo que atravesar un camino con un río de por medio y las entradas a las carreteras no resultaron nada cómodas, pero al final todo se supera y tras algo más de hora y media ya estábamos allí, subiendo la cuesta que lleva al colegio. Una multitud de niños pequeños agitando banderines nos esperaba con gran ilusión y expectación, y ya dentro del colegio estos mismos canijos habían formado un larguísimo pasillo que atravesamos orgullosos con nuestras bicis.

Desde allí sólo quedaba el último trozo, los nueve kilómetros que yo solía hacer todos los días de vuelta a casa desde el colegio. Enseguida llegamos a Majadahonda, punto final de este viaje, donde nos esperaba nuestra familia con gran emoción, junto a un gran cartel que decía: META.

Siento haber entrado antes que Marta, pero al final la agarraron y tuvo que conformarse con el segundo puesto 🙂 Bueno, al fin y al cabo, así es como hemos ido durante todo el viaje.

¡Muchas gracias por esta conmovedora llegada!

Bueno, creo que sólo me queda agradecer enormemente a todos los que nos habéis seguido y apoyado durante todo este tiempo, pues sin vosotros esto habría resultado mucho más duro. Espero que hayáis disfrutado con lo que os he ido contando y mostrando sobre nuestro periplo. Aquí tenéis un resumen visual del viaje:

¡HASTA PRONTO!